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Los nacionalismos llevan siempre este problema de libertad, es decir, que la libertad en la democracia es algo difícilmente compatible con el nacionalismo.
Albert Boadella
Cuando uno se complace en el acto de la figuración épica, la verdad es percibida como lenguaje falsario de los traidores.
Sin histeria, sin complejos, con íntima satisfacción, con voz moderada y todo el sentido común de un catalán, viva España.
El nacionalismo catalán no acepta la realidad, es un mundo virtual, la Cataluña real no le interesa.
Nazco en un mundo sin mujeres y me muero.
Ni el vil acatamiento de la prensa del franquismo se puede comparar con el vasallaje corrupto y de consecuencias tan nefastas para la ciudadanía como el que tienen los medios de comunicación catalanes.
El toreo es el arte que mejor expresa la vida, la muerte, la astucia, el miedo, el terror, la agonía, la inteligencia y el buen gusto. No hay en el mundo un ritual tan didáctico, trágico, bello como son los toros.
Los grandes retos que tiene España a principios del siglo XXI no afloran por ningún sitio y quedan diluidos por el ruido ambiental.
Uno es artista pero también es ciudadano. Después, lo que pasa, es que hay cosas que no me vienen cosas que no se decirlas con el arte, por lo tanto tenía que buscar otro medio para hacerlo.
Las comunidades enferman igual que las personas. Hay gente que se cree Napoleón y hay comunidades que repentinamente se consideran nación.
España ya no es cervantina, nadie cree en el amor platónico, la dignidad y la lucha por los valores inalcanzables.
Ahora Montilla se ha inventado una nueva etnia, la etnia del charnego. No teníamos bastante etnia del catalanismo y tenemos ahora la etnia del charnego, y nos quiere hacer ver que él representará esta etnia.
En Cataluña la situación es cercana al pre fascismo. La actitud de mucha gente recuerda a la Alemania de 1933: hay miedo, no se comprometen.
Lo peor que le puede pasar a uno es tener razón, porque será víctima de los medios de comunicación.
El nacionalismo es como una ventosidad; algo placentero para quien lo emite, pero desagradable para quien lo siente.
Yo he sido feliz porque soy guerrero y he podido luchar y amar sin tregua ni despacho.
La política debería ser el arte de la sensatez.
Cataluña se ha vuelto un territorio muy desagradable. Los nacionalismos llevan siempre este problema de libertad, es decir, que la libertad en la democracia es algo difícilmente compatible con el nacionalismo. Y yo, diríamos que he sido siempre guerrero para tener mi espacio de libertad.
El nacionalismo lo primero que hace es poner un enemigo en funcionamiento, y en el caso del nacionalismo catalán el enemigo es España. Creo que hay una parte de los catalanes que están enfermos de paranoia porque creen que España está contra ellos.
La política es un pudridero en el que lo que cuenta positivamente es la resistencia que uno ofrece a la irreversible descomposición.
El nacionalismo ha colmado mi vaso.
Madrid es una urbe donde nadie te da lata con las cuestiones identitarias.
Desde hace tiempo España ha entrado en un proceso de putrefacción, y la situación se agrava en el caso de Cataluña. Este núcleo putrefacto ha conseguido que el ciudadano quede desactivado y se sitúe al margen de cualquier acción pública: sólo se le utiliza como carne de cañón en manifestaciones.
Que no pase un día sin hacer un nuevo enemigo.
Se busca una unidad místico-sentimental, que es lo que buscaba el franquismo, una unidad de destino universal. Estas eran las frases clásicas de Franco. Lo que funciona bien para el nacionalismo es un cierto totalitarismo, aunque se ponga bajo la excusa de la democracia.
Un artista, alguien que tenga un principio de libertad en su mente, se le hace imposible estar en Cataluña.
Posiblemente el servicio meteorológico -de la televisión pública catalana- es el que hace mejor servicio, ya que detrás del presentador, y durante diez minutos, aparece en pantalla el mapa del imperio, que empieza por el Norte en Perpignan y acaba por el Sur rayando con Murcia.
Me meto en este berenjenal por competencia desleal. Porque la farsa y la mascarada son mi terreno, y la política debería ser el arte de la sensatez.
El silencio es el auténtico rasgo diferencial de Cataluña; nadie quiere hacer algo que vaya contra las esencias de la tribu.
El nacionalismo es una epidemia de muy difícil tratamiento pues utiliza la paranoia como razón esencial de sus tesis.
Primero, creía que Zapatero se lo tomaba en serio. Después, pensé que no se enteraba. Y ahora pienso que tiene un morro monumental.
Yo soy de naturaleza conservadora, he conservado una mujer durante 40 años. Vivo en una casa del siglo XV que he restaurado. He plantado más de 500 árboles. Y me dedico a un oficio milenario. ¿Cómo no voy a ser conservador? El problema es que los que se llaman conservadores son unos depredadores. No es mi caso.
La sociedad catalana está en este momento absolutamente contaminada por estos nacionalismos. En general, la mayoría de los catalanes piensa que los responsables de sus desgracias son otros. Hay un profundo sentimiento antiespañol.
No existe en el mundo occidental ninguna ceremonia capaz de conmover y elevar con semejante fuerza al ser humano. A lo largo de mi vida he gozado de las mejores expresiones del arte, en música, danza, ópera y teatro, pero nada es comparable al ritual taurino.