Imágenes
La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto.
Emil Cioran
En algunos, todo, absolutamente todo, tiene que ver con la fisiología: su cuerpo es su pensamiento, su pensamiento es su cuerpo.
Un pueblo no representa tanto una acumulación de ideas y teorías como de obsesiones.
La razón es una puta que sobrevive mediante la simulación, la versatilidad y la desvergüenza.
Sin que nosotros podamos impedirlo, el velo que recubre ese espectáculo llamado vida se desgarra en miríadas de copos ilusorios y, de todo cuanto se desarrollaba ante nuestros ojos, no quedan ya ni tan siquiera las sombras de una quimérica realidad.
El orgasmo es un paroxismo; la desesperación, otro. El primero dura un instante; el segundo una vida.
Desconfíen del rencor de los solitarios que dan la espalda al amor, a la ambición, a la sociedad. Se vengarán un día de haber renunciado a todo eso.
Dios: una enfermedad de la que imaginamos estar curados porque nadie se muere de ella hoy en día.
La necesidad de convertir a los seres en eternos por medio de la adoración, la premura por elevarlos, por exceso de corazón, de su destrucción natural me parecía la única labor apreciable.
No puedo reconciliarme conmigo mismo, con los otros, con las cosas. Ni siquiera con Dios. Con él de ninguna manera.
En este gran dormitorio, como llama un texto taoísta al universo, la pesadilla es la única forma de lucidez.
El talento es el medio más seguro de falsearlo todo, de deformar las cosas y de equivocarse acerca de uno mismo. Sólo poseen una existencia verdadera aquellos a quienes la naturaleza no ha abrumado con ningún don. Sería por ello difícil de imaginar un universo más falso que el universo literario, o un hombre más desprovisto de realidad que el hombre de letras.
Me gustaría ser libre, inimaginablemente libre. Libre como un ser abortado.
Todo proyecto es una forma de esclavitud.
Un instante de lucidez, sólo uno; y las redes de lo real vulgar se habrán roto para que podamos ver lo que somos: ilusiones de nuestro propio pensamiento.
Desde que estoy en el mundo, ese desde me parece cargado de un significado tan espantoso, que se torna insoportable.
Amor es ese afecto desengañado que sobrevive tras un instante de baba.
Si no poseo el gusto del misterio es porque todo me parece inexplicable, o mejor dicho, porque lo inexplicable es mi único sustento y estoy harto de él.
El budismo llama mácula del espíritu, a la cólera; el maniqueísmo, raíz del árbol de muerte. Lo sé. ¿Y de qué me sirve?
Regla de oro: dejar una imagen incompleta de sí mismo.
La sociedad no es una enfermedad, sino un desastre. Es un milagro estúpido que consigamos vivir en ella.
El problema es que nunca he llorado, pues mis lágrimas se han transformado en pensamientos tan amargos como ellas.
No hay obra que no se vuelva contra su autor: el poema aplastará al poeta, el sistema al filósofo, el acontecimiento al hombre de acción.
La pasión por la música es en sí misma una confesión. Sabemos más de un desconocido que la tiene que de alguien insensible a ella que frecuentamos a diario.
El crimen en plena gloria consolida la autoridad por el miedo sagrado que inspira.
Hay un dios al principio, cuando no al cabo de toda alegría.
El hombre despide un olor particular: de entre todos los animales sólo él apesta a cadáver.
El deseo de desaparecer, porque las cosas desaparecen, emponzoño tan atrozmente mi sed de ser que, en medio de los resplandores del tiempo, el aliento se apagaba y el ocaso de las naturaleza me envolvía con multitud de sombras. Y como veía el tiempo en todas las cosas, esperaba salvarlas del tiempo.
Las religiones me enseñaron la senda de la felicidad, a costa mía. Pero la ilusión de estar aquí es más estimulante que la serenidad de no estar en ninguna parte, de estar en los cielos.
Cuando se ha salido del círculo de errores y de ilusiones en el interior del cual se desarrollan los actos, tomar posición es casi imposible. Se necesita un mínimo de estupidez para todo, para afirmar e incluso para negar.
Los grandes perseguidores se reclutan entre los mártires a quienes no les han cortado la cabeza.
La vida es un subterfugio de la locura y el que cae en sus redes marcha por un camino abierto por su propia sangre.
No hay negador que no esté sediento de algún catastrófico sí.
Siempre tenemos la impresión de que podríamos hacer mejor lo que los otros hacen. Desgraciadamente, no tenemos el mismo sentimiento hacia lo que nosotros mismos hacemos.
El insomnio es una lucidez vertiginosa que convertiría el paraiso en un lugar de tortura.
¿Quién abusaría de la sexualidad sin la esperanza de perder en ella la razón algo más de un segundo, para el resto de sus días?
Todos los seres son desdichados; pero, ¿cuántos lo saben?
Soy un simple accidente; ¿Por qué tomármelo todo tan en serio?
No hago nada, es cierto. Pero veo pasar las horas lo cual vale más que tratar de llenarlas.
Cambiar de idioma, para un escritor, es como escribir una carta de amor con un diccionario.