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A los niños nadie les enseña algunas cosas indispensables, como arreglar una llave que gotea, sobornar a un funcionario o cortarle el pelo al perro.
Isabel Allende
Mientras más años cumplo, más ignorante me siento. Sólo los jóvenes tienen explicación para todo.
Mi abuela decía que no debemos ser esclavos de la prisa.
Concluyó que los matones resultaban por lo general fáciles de doblegar, que los vehementes eran los menos sinceros, que la arrogancia era propia de los ignorantes, que los aduladores solían ser ruines.
El terror, lejos de propiciar el orden como le enseñaron en los cursos para oficiales, había sembrado un odio cuya cosecha sería fatalmente mayor violencia. Sus años de carrera militar le dieron un profundo conocimiento de la Institución y decidió emplearlo para derrocar al General.
La felicidad no es exuberante ni bulliciosa, como el placer o la alegría. Es silenciosa, tranquila, suave, es un estado interno de satisfacción que empieza por amarse a sí mismo.
Sonrieron aliviados, divertidos, temblorosos, seguros de que no intentarían una aventura fugaz porque estaban hechos para compartir la existencia en su totalidad y emprender juntos la audacia de amarse para siempre.
Nunca hay que vender la tierra. Es lo único que queda cuando todo lo demás se acaba.
La memoria es frágil y caprichosa, cada uno recuerda y olvida según su conveniencia. El pasado es un cuaderno de muchas hojas, donde anotamos la vida con una tinta que cambia según el estado de ánimo.
El pintor interpreta la realidad y la cámara la plasma. Todo en la primera es ficción, mientras que la segunda es la suma de lo real más la sensibilidad del fotógrafo.
Los demonios pierden su poder cuando los sacamos de las profundidades donde se esconden y los miramos de frente en plena luz.
Para Francisco la relación de Irene con su novio era apenas la suma de dos soledades y de muchas ausencias. Decía que cuando tuvieran ocasión de permanecer juntos durante un tiempo, ambos comprenderían que sólo los unía la fuerza del hábito. No había urgencia alguna en ese amor, sus encuentros eran apacibles y demasiado largas sus separaciones.
Se reunían un par de veces al año en cualquier punto del mapa para vivir unos días de ilusión y regresar luego con el cuerpo agradecido y el alma alborozada.
No pertenezco a ninguna parte, soy extranjera en el mundo. Cintillo en la portada del libro Mi pais inventado.
La vida es una tapicería que se borda día a día con hilos de muchos colores, unos pesados y oscuros, otros delgados y luminosos, todos los hilos sirven. Las tonterías que hice ya están en la tapicería, son imborrables, pero no voy a cargar con ellas hasta que me muera. Lo hecho, hecho está; tengo que mirar hacia delante.
La edad, por sí sola, no hace a nadie mejor ni más sabio, sólo acentúa lo que cada uno ha sido siempre.
Cada persona nace con una sola gracia y la felicidad consiste en descubrirla a tiempo.
Todos tenemos adentro una insospechada reserva de fortaleza que emerge cuando la vida nos pone a prueba.
No es la verdad expuesta la que nos hace vulnerables, sino los secretos.
-Estoy aterrada, Ernesto -admití al amanecer. -Nada podemos hacer, Paula está en manos de Dios. -Para ti debe ser más fácil aceptarlo porque al menos cuentas con tu religión. -Me duele como a ti, pero tengo menos miedo de la muerte y más esperanza en la vida -replicó abrazándome.
La glotonería es un camino recto hacia la lujuria y si se avanza un poco más, a la perdición del alma. Por eso luteranos, calvinistas y otros aspirantes a la perfección cristiana, comen mal.
Lo más temible de la muerte era la idea de la eternidad. Muerto para siempre, qué horror.
No vale la pena sufrir de antemano por las desgracias que posiblemente no ocurrirán.
A cada rato uno naufraga en lagunas educacionales. Cuando hay que detener un taxi uno piensa por qué diablos no enseñan a silbar desde el primer grado. O a desengrasar ollas, salir de un ascensor atascado, cambiar un caucho o llenar un formulario.
La mujer es como una fruta que sólo exhala su fragancia cuando la frotan con la mano.
Igual que en el momento de venir al mundo, al morir tenemos miedo de lo desconocido. Pero el miedo es algo interior que no tiene nada que ver con la realidad. Morir es como nacer: sólo un cambio.
Es mejor ser hombre que mujer, porque hasta el hombre más miserable tiene una mujer a la cual mandar.
Esto sirve para tranquilizarnos la conciencia. Pero no ayuda a los pobres. No necesitan caridad, sino justicia.
Cuando uno se gana el sustento en lo que no le gusta se siente como un esclavo, cuando uno lo hace en lo que ama se siente como un príncipe.
La realidad no es sólo como se percibe en la superficie, también tiene una dimensión mágica y, si a uno se le antoja, es legítimo exagerarla y ponerle color para que el tránsito por esta vida no resulte tan aburrido.
Me enseñó a no quejarme, porque eso estropea la salud.
Un hombre hace lo que puede, una mujer hace lo que el hombre no puede.
En la dimensión del cosmos y en el trayecto de la historia somos insignificantes, después de nuestra muerte todo sigue igual, como si jamás hubiéramos existido, pero en la medida de nuestra precaria humanidad tú, Paula, eres para mí más importante que mi propia vida y que la suma de casi todas las vidas ajenas.
No se puede encontrar a quien no quiere ser encontrado.
Más ético en ciertos casos era ayudar a morir.
La gente ya no jadea en batallas de amor, prefiere hacerlo en un gimnasio.
Largamente, sin apuro, en la paz de la noche habitó en ella deteniéndose en el umbral de cada sensación, saludando al placer, tomando posesión al tiempo que se entregaba.
El dolor, como todas las sensaciones, es una puerta para entrar al alma. Pregúntate qué sientes y qué te niegas a sentir. Presta atención a tu cuerpo.
El escritor escribe de lo que lleva dentro, de lo que va cocinando en su interior y que luego vomita porque ya no puede más.
Se había roto el dique de los secretos y los llantos solitarios y descubrió el gusto de abrir el alma ante un confidente discreto.