Frase de Amaia Montero

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La casualidad se puso el disfraz de una mariposa, que al vuelo se entregó soltando su efecto... nos acarició... - Amaia Montero

La casualidad se puso el disfraz de una mariposa, que al vuelo se entregó soltando su efecto... nos acarició

Amaia Montero

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Explorar Frases

El alma es un vaso que solo se llena con eternidad.

Amado Nervo

Nadie es libre. Hasta los pájaros están encadenados al cielo.

Bob Dylan

Las gentes con el alma pequeña siempre tratan de empequeñecer a los demás.

Carlos Ruiz Zafón

Pero para esta época, 1836 a 1839, yo había comenzado a ver, gradualmente, que el viejo testamento, desde su manifiesta falsa historia del mundo, con su Torre de Babel, el arcoíris de señal, etc., y desde atribuirle a dios los sentimientos de un tirano vengativo, no era más de confiar que los libros sagrados de los hindúes o las creencias de cualquier bárbaro.

Charles Darwin

No hay libertad, a menos que haya libertad económica.

Daniel Lacalle Fernandez

Escucha. Hay un universal maravilloso pasando esa puerta. Vamos.

E. E. Cummings

La luna, pensaba, le afectaba lo mismo que a una mujer.

Ernest Hemingway

La vida está hecha de ilusiones. Entre estas ilusiones, algunas triunfan; son las que constituyen la realidad.

Jacques Audiberti

Ocúpate del alma, dijo el gordo vendedor de carne.

Joaquín Sabina

Cualquiera puede matar llegadas las circunstancias.

Jonny Lee Miller

Él es apenas un objeto en el cuadro.

José Ingenieros

El ser humano, por principio, se siente más feliz cuando consigue una meta difícil que cuando logra algo rápidamente y sin dificultad.

María Jesús Álava Reyes

Nadie me dijo que yo era bonita cuando era una niña. A todas las niñas se les debe decir que son guapas, aunque no lo sean.

Marilyn Monroe

Trato de ser mi crítico más severo, pero una vez terminado el guión, ya no lo corrijo más, y me invade una alegría inmensa.

Michael Allred

Su compañía me hacía feliz por muchas razones. A la luz de día no había perdido su encanto. Era, sin duda, la más hermosa criatura que jamás había visto, y el desagradable recuerdo que conservaba de su aparición en el curso de mi sueño infantil se había trocado en una placentera sensación.

Sheridan Le Fanu