Frase de Bette Davis

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Gary era un macho man, pero ninguno de mis maridos ha sido lo suficiente hombre para convertirse en Sr. Bette Davis.... - Bette Davis

Gary era un macho man, pero ninguno de mis maridos ha sido lo suficiente hombre para convertirse en Sr. Bette Davis.

Bette Davis

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Explorar Frases

Yo estoy contento y, cariñosamente, caballo gris me gustaría que fueras para darte palmadas en las ancas.

Ángel González

Cívico es reducir lo obligatorio a mínimos, vedando el acceso a las magistraturas de quienes pretendan lo contrario.

Antonio Escohotado

Intentas acuchillarme y yo sólo deseobesarte.

Armie Hammer

Eres joven para formar parte de los recuerdos.

Blanca Miosi

El único medio de conservar el hombre su libertad, es estar siempre dispuesto a morir por ella.

Diógenes

A veces la vida es demasiado dura para estar solo y otras es demasiado buena para estar solo.

Elizabeth Gilbert

La temeridad puede ser buena en unos pocos; en muchos, es una cosa funesta.

Fedro

El liberalismo fue muy activo en el XIX, pero luego se ha convertido en una elegante poltrona para biempensantes que todo lo comprenden, todo lo toleran y no se meten en nada.

Francisco Umbral

I'm not Okay es uno de mis vídeos favoritos, aunque... tú sabes, es nuestro.

Frank Iero

Seres desiguales no pueden pensar de igual manera. Siempre habrá evidente contraste entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud.

José Ingenieros

No se debe repartir tierra a los hombres sino hombres a la tierra.

Manuel Primo Iglesias

El verdadero lugar de nacimiento es aquel donde por primera vez nos miramos con una mirada inteligente.

Marguerite Yourcenar

Tipos que salen de los institutos hay a patadas. Por eso es que a veces veo un guitarrista virtuoso y lo admiro por su constancia, pero lo que a mí me interesa es decir cosas con la guitarra.

Pappo

Despreciable honra es la que en la ociosidad se granjea.

Séneca

El lema de la escuela está pintado en el arco encima de la puerta: "Nil magnum nisi bonum". No existe grandeza sin bondad.

Yann Martel