Frase de Douglas Adams

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Nada viaja más deprisa que la velocidad de la luz con la posible excepción de las malas noticias, que obedecen a sus propias leyes par... - Douglas Adams

Nada viaja más deprisa que la velocidad de la luz con la posible excepción de las malas noticias, que obedecen a sus propias leyes particulares.

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Más que las costumbres, los dineros, hacen a los hijos caballeros.

Lo único que permanece eternamente es el alma humana, el hombre creado por Dios para la eternidad. El fruto que queda, por tanto, es el que hemos sembrado en las almas humanas, el amor, el conocimiento; El gesto capaz de tocar el corazón; La palabra que a.

Donde quiera que usted encuentre humor, usted encontrará cerca aflicción.

Edwin Percy Whipple

Un lector vive mil vidas antes de morir. Aquel que nunca lee vive solo una.

George R. R. Martin

Es una prueba de cortesía escuchar disquisiciones sobre cosas que se conocen bien, de quien las ignora en absoluto.

Gilbert Keith Chesterton

Cuando un cuerpo se encuentra con otro cuerpo distinto o una idea con otra distinta, sucede o bien que sus relaciones se componen formando un todo más poderoso, o bien que una de éstas descompone a la otra y destruye la cohesión de sus partes.

Son jóvenes aún para ver la realidad del mundo y adquirir la humillante convicción de que los hombres guapos deben tener algo de qué vivir, al igual que los feos.

Darle a conocer a Jesucristo y hacerle amar es el fin de vuestra vocación y el porqué de nuestro instituto.

Marcelino Champagnat

¿Qué moral es aplicable?

Existen dos tipos de poder: el inherente y el otorgado -dijo revelándome el tema de conversación del día-. El poder inherente lo posees como parte de ti mismo. El poder otorgado te lo prestan o te lo dan otras personas.

Patrick Rothfuss

Una amistad noble es una obra maestra a dúo.

Occidente nos quiere uniformar, pero no somos uniformados, somos multicolores, así como somos diversos.

Rigoberta Menchú

Montaraz cuco, vas provocando ecos según tu antojo.

Así pasa la gloria del mundo.

Tomás de Kempis

El trabajo es una invasión de nuestra privacidad.

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