Frase de Florence Scovel Shinn

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Los boomerangs del odio, del rencor y de la crítica se revuelven contra nosotros mismos llenos de enfermedad y dolor.... - Florence Scovel Shinn

Los boomerangs del odio, del rencor y de la crítica se revuelven contra nosotros mismos llenos de enfermedad y dolor.

Florence Scovel Shinn

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Explorar Frases

Educar a los hombres no es como llenar un vaso, es como encender un fuego.

Aristóteles

La vulgaridad de muchas naturalezas se manifiesta como agua corrompida cuando una gran reliquia pasa cerca.

Friedrich Nietzsche

No hay locura de los animales de este mundo que no quede infinitamente superada por la locura de los hombres.

Herman Melville

Iba a decir algo de Kant y lo olvidé... mmm... ah, sí ya me acordé: procuren olvidar todo acerca de Kant.

Horst Matthai Quelle

Una dictadura es un régimen en el que la gente recita en lugar de pensar.

Ignazio Silone

Siempre es un momento histórico.

Jorge González Moore

Soy subjetivo, ya que soy sujeto. Si fuese objetivo, entonces sería un objeto.

José Bergamín

La conquista de la tierra en su mayor parte no consiste más que en arrebatársela a aquellos que tienen una piel distinta o la nariz ligeramente más achatada que nosotros.

Joseph Conrad

Estoy solo, pero no soy el único que lo está, todos estamos solos, solos para siempre.

Leonardo DiCaprio

Avanzar sobre la intimidad de un futbolista, tomando como vehículo su profesión, es un acto exagerado.

Marcelo Bielsa

"¿Enchucharse?", pensó don Rigoberto. "Debe ser la palabra más fea de la lengua castellana. Una palabra que apesta y tiene pelos."

Mario Vargas Llosa

Soy orgullosamente colombiana.

Shakira

Las grandes almas pasan inadvertidas, se ocultan; generalmente, sólo dejan trascender un poco de originalidad. Hay más almas grandes de las que pudiera creerse.

Stendhal

Para conocer al hombre basta estudiarse a sí mismo; para conocer a los hombres se precisa vivir en medio de ellos.

Stendhal

El consejo que la presteza en la ejecución hace seguro, lo hace frecuentemente temerario la tardanza.

Tito Livio