Frase de Horace Walpole

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¡Cómo! ¿Creéis acaso, encantadora doncella, que aceptaré salvar mi vida atrayendo calamidades sobre la vuestra? Antes soportaría mil... - Horace Walpole

¡Cómo! ¿Creéis acaso, encantadora doncella, que aceptaré salvar mi vida atrayendo calamidades sobre la vuestra? Antes soportaría mil muertes.

Horace Walpole

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Dios es paciente, porque es eterno.

Agustín de Hipona

El Everton es un gran club, no uno pequeño como arrogantemente ha dicho Benítez.

Alex Ferguson

La tela es ante todo una superficie en blanco que es preciso llenar con algo.

Antonio Saura

Sólo los que saben poco quieren mostrar en todas partes lo que saben.

Benito Jerónimo Feijoó

Considero una sonrisa como algo único en un ser humano. Una sonrisa es también una poderosa comunicación. Una sonrisa sincera es la expresión perfecta del amor y la compasión humanas.

Dalai Lama

Un hombre siempre puede tener esperanzas, Anastasia, incluso sueña, y a veces los sueños se hacen realidad.

E. L. James

Ser feliz es no cambiar.

Enrique Jardiel Poncela

Nadie merece ser alabado por bueno, si no tiene facultad para ser malo. Toda otra buena cualidad no es, con harta frecuencia, sino una pereza o impotencia de la voluntad.

François de La Rochefoucauld

Aquel que ha visto un espíritu ya no podría estar como si nunca lo hubiera visto.

John Henry Newman

¿Ves mis ojos? Llevo semanas sin dormir...

José Mourinho

Mi padre me contó que hace unos días alguien le trajo un copia impresa del diario en el que escribo diciendo lo maravilloso que era. Mi padre sonrió, pero ni siquiera podía decir que eso había sido escrito por su hija.

Malala Yousafzai

Toma la actitud de un estudiante, nunca seas demasiado grande para hacer preguntas, nunca sepas demasiado para aprender algo nuevo.

Og Mandino

Y, al fin declararon que los dioses lo habían querido de este modo. Así olvidaron los hombres que todas las deidades residen en el corazón.

William Blake

En tiempos de hipocresía, cualquier sinceridad parece cinismo.

William Somerset Maugham

Señor, ábrele los ojos al rey de Inglaterra.

William Tyndale