Frase de John Dryden

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Feliz quien puede llamar suyo el día en que vive y para sus adentros piensa: mañana Dios dirá, porque ya viví hoy.... - John Dryden

Feliz quien puede llamar suyo el día en que vive y para sus adentros piensa: mañana Dios dirá, porque ya viví hoy.

John Dryden

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Explorar Frases

No podéis otorgar la fuerza al débil debilitando al fuerte; no podéis ayudar al pobre arruinando al rico.

Abraham Lincoln

Las monjas y las mujeres casadas son igualmente infelices, pero de distinta forma.

Cristina De Suecia

Se nos da bien jugar partidos en el extranjero; hoy en Mónaco, la otra vez en Hamburgo, la final en Barcelona...

Enrique Cerezo

He intentado escribir el Paraíso. Que no os mováis. Dejad hablar al viento ese es el Paraíso.

Ezra Pound

El trabajo es la fuente de toda riqueza... Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza, proveedora de los materiales que él convierte en riqueza.

Friedrich Engels

No se puede hacer expedición sin perros ni esquimales.

Gabriel Byrne

Tengo un día. Si lo sé aprovechar, tengo un tesoro.

Gabriela Mistral

El dinero es imprescindible y es muy útil, pero a partir de ahora céntrese en acumular activos porque lo que le cambiará la vida serán los activos que tenga, no el dinero que acumule.

Gregorio Hernández Jiménez

Todo debe ser contado una vez al menos.

Javier Marías

Soledad humana: nuestro orgullo tiene la misma fuente que nuestra angustia.

Jean Rostand

La víspera de la muerte es la fiesta de la vida; su mayor bien es mudanza, su mayor gloriamentira.

Luis Vélez de Guevara

Morir de hambre es morir pulgada a pulgada.

Matthew Henry

La verdad proferida antes de tiempo es siempre peligrosa.

Mencio

En democracia, cada cuatro años todos somos iguales, todos valemos lo mismo, y con un lápiz y un papel dibujamos el país que queremos.

Ricardo Lagos

Tal vez no existen los buenos y los malos amigos; tal vez sólo hay amigos, gente que nos apoya cuando sufrimos y que nos ayuda a no sentirnos tan solos. Tal vez siempre vale la pena sentir miedo por ellos, y esperanzas, y vivir por ellos.

Stephen King