Frase de Luis Alberto Spinetta

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Hoy que acaso el río azul se meció por tu piel. Es entonces tiempo de vagar hasta perder, hasta perder la sensación. Y así des... - Luis Alberto Spinetta

Hoy que acaso el río azul se meció por tu piel. Es entonces tiempo de vagar hasta perder, hasta perder la sensación. Y así después amar...

Luis Alberto Spinetta

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Gastar es un placer de poetas.

Abel Bonnard

Dios, que te creó sin ti, no te salvará sin ti.

Agustín de Hipona

La polisemia de nación lleva lastrando la capacidad de ponerse de acuerdo acerca del futuro del reino de España desde el momento mismo en que se aprobó la Constitución de 1978.

Camilo José Cela

Todas las evoluciones que conocemos parten de lo vago para llegar a lo definido.

Charles Sanders Peirce

La ciencia, a la postre, es dinamita: Hay signos de que los efectos de la revolución industrial pueden quedar pequeños al lado de los de la revolución psicológica, ¡y los luditas huelen ese tipo de efecto a una distancia de millas!

Hans Jürgen Eysenck

Las grandes verdades nacieron brisas. Y fueron ciclones.

José Narosky

Para nuestro cerebro es más importante contarnos una historia consistente que una historia verdadera.

Juan Gómez-Jurado

Jamás desesperes, aún estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante.

Miguel de Unamuno

Una disculpa es sólo egoísmo del lado equivocado.

Oliver Wendell Holmes

El que dice la verdad, puede estar seguro que tarde o temprano será descubierto.

Oscar Wilde

Quiero no dejarte nunca, quiero quedarme preso a tu amanecer.

Oswald de Andrade

Nada es más divertido que la infelicidad, te lo aseguro. Sí, sí, es la cosa más cómica del mundo.

Samuel Beckett

La unidad de nuestros pueblos no es simple quimera de los hombres, sino inexorable decreto del destino.

Simón Bolívar

Nada contribuye tanto a hacer malo a un hombre, como el no ser amado.

Théophile Gautier

Y es precisamente esta libertad interior la que nadie nos puede arrebatar, la que confiere a la existencia una intención y un sentido.

Viktor Frankl