Frase de Tomás de Aquino

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Ya que la filosofía surge del asombro, un filósofo está obligado a, en su camino, ser un amante de mitos y fábulas poéticas. Poetas... - Tomás de Aquino

Ya que la filosofía surge del asombro, un filósofo está obligado a, en su camino, ser un amante de mitos y fábulas poéticas. Poetas y filósofos son equiparables en asombro.

Tomás de Aquino

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He llegado al punto donde nace toda esta idea de escribir un diario: no tengo ninguna amiga.

Ana Frank

La fantasía es un ingrediente necesario en la vida, es a forma en la vida en la que lo malo termina al final del telescopio.

Dr. Seuss

Todo nuestro mal proviene de no saber estar solos.

Jean de la Bruyere

La mayor parte de las personas buscan la excepción en vez de ser excepcionales.

John C. Maxwell

Mi trabajo es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande.

José Martí

La vida es algo más que un libro de reclamaciones.

José Ramón Ayllón

Guardiola es un tipo sensato e inteligente.

Julio Iglesias

Flotar como una mariposa, picar como una abeja. Tus manos no le pueden pegar a lo que tus ojos no ven.

Muhammad Ali

Un simple minuto puede convertirse en una eternidad sempiterna, a la vez que diez milenios pueden transcurrir en un abrir y cerrar de ojos.

Natsume Sōseki

Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta.

Pablo Picasso

Busca la profundidad de las cosas; hasta allí nunca logra descender la ironía.

Rainer Maria Rilke

Es bueno cuando llega uno a un lugar y lo reciben con las mesas llenas y buena música.

Richard Hovey

Dichoso aquel que oye un insulto y simula ignorarlo, pues evita un centenar de males.

Talmud

Las cosas no salen siempre como uno quiere, a veces salen al revés.

Truman Capote

Todo lo que pudo visualizar fueron visiones fugaces de rasgos sin relación entre sí: el contorno suave de sus pómulos en el sol, la ambarina oscuridad de sus ojos vivos, sus labios en forma de sonrisa amistosa que siempre estaban prontos a cambiarse en un beso ardiente.

Vladimir Nabokov