Imágenes
Es a ti, otro yo mismo a quien elogio.
William Shakespeare
¡La culpa, querido Brutus, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos que consentimos en ser inferiores!
Porque los veloces dragones de la noche hienden vertiginosamente las nubes, y brilla lejos el heraldo de la Aurora; a cuya proximidad los espíritus, errabundos de acá para allá, se refugian en tropel en los cementerios.
El hombre a quien no conmueve el acorde de los sonidos armoniosos, es capaz de toda clase de traiciones, estratagemas y depravaciones.
No soy linda, y así ruego a los dioses me hagan honesta.
Si todo el año fuera de alegre vacación, divertirse seria el mas enojoso de los trabajos.
Todas las cosas de este mundo se persiguen con más ardor que se gozan.
Aquel que es realmente tu amigo acudirá en tu ayuda cuando la necesites: Si estas triste, llorará; si estas en vela, no podrá dormir; así, de cada pena del corazón contigo compartirá la carga. Estas son señales ciertas para distinguir al amigo fiel del enemigo adulador.
Con el cebo de la mentira se pesca una carpa de verdad.
Los que defienden mucho su pellejo triunfan en raras ocasiones.
Sabes que has tenido un padre... ¡Que tu hijo pueda reconocer también lo mismo!
No tientes a un hombre desesperado.
Venid a mí, espíritus que servís a propósitos de muerte, quitadme la ternura y llenadme de los pies a la cabeza de la más ciega crueldad.
Se puede hacer mucho con el odio, pero más aún con el amor.
No basta hablar; hay que hablar veraz.
La mejor parte del valor es la discreción.
El amor alivia como la luz del sol tras la lluvia.
Los humanos somos para los dioses como las moscas para los niños juguetones; nos matan para su recreo.
Como una hermosa casa, construída en terreno de ajena propiedad.
El placer y la actividad hacen que el tiempo parezca breve.
Al nacer, lloramos porque entramos en este vasto manicomio.
¡Filosofía, dulce leche de la adversidad!
Las empresas extraordinarias son imposibles para los que miden las dificultades según la apreciación general, imaginando que lo que otras veces sucedió, no pueda suceder de nuevo.
El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia; esto es la esencia de la humanidad.
¡Palabras, palabras, todo palabras!
Una cara mentirosa debe ocultar lo que sabe un corazón falso.
Nada más elocuente que la elección.
Vale más tener un modesto origen y vivir satisfecho entre los humildes, que pavonearse en un enojo espléndido y revestir una tristeza de oro.
Nada envalentona tanto al pecado como la indulgencia.
¡Cómo se cría el hábito en el hombre!
El pesar oculto, como un horno cerrado, quema el corazón hasta reducirlo en cenizas.
Siempre me siento feliz. ¿Sabes por qué? Porque no espero nada de nadie; esperar siempre duele. Los problemas no son eternos, siempre tienen solución. Lo único que no se resuelve es la muerte. La vida es corta, por eso ámala, se feliz y siempre sonríe, solo vive intensamente. Antes de hablar, escucha. Antes de escribir, piensa. Antes de herir, siente. Antes de rendirte, intenta. Antes de morir, vive.
Benvolio: Vamos, pues, porque es vano buscar aquí a quien no quiere ser encontrado.
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.
La villanía, envuelta en las sombras de la ciega noche, es tanto más tiránica cuanto más invisible.
El que va demasiado aprisa llega tan tarde como el que va muy despacio.
Nosotros debemos nuestra vida a dios, por eso si se la pagamos hoy, no se la deberemos mañana.
¡Fragilidad, tienes nombre de mujer!
Bello es feo y feo es bello.
El loco se cree cuerdo, mientras el cuerdo reconoce que no es sino un loco.