Frase de Abel Dufresne

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El aburrimiento es la enfermedad de las personas afortunadas; los desgraciados no se aburren, tienen demasiado que hacer.... - Abel Dufresne

El aburrimiento es la enfermedad de las personas afortunadas; los desgraciados no se aburren, tienen demasiado que hacer.

Abel Dufresne

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Antes de Beethoven se escribía música para lo inmediato: con Beethoven, se empieza a escribir música para la eternidad.

Albert Einstein

A veces nos paramos tanto tiempo a contemplar una puerta que se cierra que vemos demasiado tarde otra que se abre.

Alexander Graham Bell

Hay muchas maneras de matar.

Bertolt Brecht

Hay cierto tipo de mujeres que lleva en sus venas la sangre demasiado caliente.

Blanca Miosi

Si alguna vez me pierdo, que me busquen en una estación de tren.

Carlos Ruiz Zafón

Para tomar una buena decisión tenemos que aplicar sentimientos a los pensamientos.

Daniel Goleman

Dejaste tu sol en mi destino, tu ardor sin miedo, tu credo de amor y ese afán, ¡ay! ¡Tu afán, por sembrar de esperanza el camino!

Eladia Blázquez

El mismo cuerpo no se atreve a estudiar con libertad. Queda prohibido aprender a funcionar; el recién nacido únicamente puede chillar de contrabando. La alteración del cerebro y la inmovilidad de los pulmones son las dos causas de que comprendamos tan poco las cosas y las digamos tan incompletas.

Ferdinand Domela Nieuwenhuis

Nunca he pretendido que me tengas por superior, a condición de que no me tengas por inferior.

Gonzalo Torrente Ballester

Cuando me miro en el espejo veo a la niña que era cuando yo era pequeña, con los tirantes, los dientes torcidos, una cara infantil y un cuerpo delgado.

Heather Locklear

No hay nada ni nadie que no pueda enseñarnos algo.

José María Gironella

Yo no tendría ningún interés en escribir si supiera de antemano lo que va a pasar en mis cuentos.

Juan Carlos Onetti

Toda conducta intolerante es una manifestación de desamor y una forma de ceguera.

Renny Yagosesky

Si quieres vivir, prepárate para morir.

Sigmund Freud

Las mujeres demasiado bellas sorprenden menos el segundo día.

Stendhal