Frase de David Hume

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Hay causas que son absolutamente uniformes y constantes en la producción de determinado efecto, y jamás se ha encontrado fracaso o irregu... - David Hume

Hay causas que son absolutamente uniformes y constantes en la producción de determinado efecto, y jamás se ha encontrado fracaso o irregularidad alguna en su operación.

David Hume

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Explorar Frases

La mujer digna de tal nombre debería tener conciencia de que es ella una especie de templo.

Arturo Graf

No pasé por la facultad pero tengo facultad de asombro.

Bernardo Neustadt

No es tiempo de vacaciones y recreo, sino que es menester contener a este hombre o morir honrosamente contendiendo por la libertad.

Catón

El retorno de Schumacher ha sido un desastre.

Eddie Irvine

Lo que es digno de admiración es enfrentarse a tu propio miedo y superarlo.

Fernando Trujillo Sanz

Lo más horrible de este mundo es la justicia separada de la caridad.

François Mauriac

Una ánima malsana necesita vivir en un cuerpo sano.

Haruki Murakami

La misericordia es una parte integrante de la justicia.

Jacques-Bénigne Bossuet

No es amigo quien ríe mi risa, sino quien llora mis lágrimas.

José Narosky

Me ayudaron por que se comportaron como si mi enfermedad no fuera algo raro, algo de qué avergonzarse.

Lance Armstrong

Tengo la decisiva voluntad de trabajar a favor de lograr para el Perú un reconocimiento mundial. La globalización puede llegar a ser como una ola. Tienes que llegar a la cresta para dominarla, o de lo contrario te puede revolcar.

Lourdes Flores

La mujer es paraíso de los ojos, infierno de las almas, purgatorio de las bolsas y limbo del pensamiento.

Melchor de Santa Cruz

La película de gánsteres no es emotiva, como podría pensarse, sino más bien intelectual. ¿Julio Verne escritor del viaje? En absoluto, es el escritor del encierro.

Roland Barthes

No puedo creer que en media hora seré parte del imperio de juegos Le Domas.

Samara Weaving

La Naturaleza nos es hostil porque no la conocemos: sus crueldades representan la venganza contra nuestra indiferencia.

Santiago Ramón y Cajal