Frase de Luis Alberto Spinetta

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Que dulce espera de la madrugada, ya te cansaste de tiritar, tu destino cerrado está o mi pasión o el aire te abrirán.... - Luis Alberto Spinetta

Que dulce espera de la madrugada, ya te cansaste de tiritar, tu destino cerrado está o mi pasión o el aire te abrirán.

Luis Alberto Spinetta

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No ser amado es una simple desventura. La verdadera desgracia es no saber amar.

Albert Camus

Al alcance de mis labios pones la copa de hiel, y con dulzura divina me convidas a beber. Sí, Bien mío, sin quejarme por tu amor la beberé, aunque con llanto en los ojos, y aunque la beba sin sed.

Aurelio Espinosa Pólit

¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca! Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo para quemar el cielo subiéndole la tierra.

Carmen Conde

La gratitud de la mayoría de la gente no es más que una secreta esperanza de recibir nuevos y mayores beneficios.

François de La Rochefoucauld

La ausencia de la patria produce la tristeza más dulce del corazón.

François-René de Chateaubriand

La ciencia moderna tiene como meta: el menor dolor posible, la vida más larga posible, es decir, una especie de eterna bienaventuranza, ciertamente muy modesta en comparación con la prometida por las religiones.

Friedrich Nietzsche

Dios ha hecho al hombre a su imagen y semejanza pero el hombre también ha procedido así con él.

Guy de Maupassant

Decid a los hombres las verdades como dais purgas a los niños. De otro modo lograreis irritarlos sin corregirlos.

Ignacio Manuel Altamirano

La acción política es una lucha de voluntades. ¿Cuáles obedecen a nuestra voluntad y cuáles a la voluntad contraria a la nuestra?

Juan Domingo Perón

Ir a solas me aterraba.

LeToya Luckett

El disfrute de los bienes de la fortuna, no su posesión, es lo que nos hace dichosos.

Michel de Montaigne

Para dar y tener, seso es menester.

Miguel de Cervantes

El silencio es oro cuando no se puede pensar en una buena respuesta.

Muhammad Ali

Como la civilización avanza, la poesía necesariamente disminuye.

Thomas Macaulay

Los niños empiezan queriendo a su padres, al cabo de un tiempo los juzgan, raramente, por no decir nunca, los perdonan.

William Wilde