Frase de Marcel Aymé

← Anterior Siguiente →

Algunas personas son tan falsas que ya no son conscientes de que piensan justamente lo contrario de lo que dicen.... - Marcel Aymé

Algunas personas son tan falsas que ya no son conscientes de que piensan justamente lo contrario de lo que dicen.

Todas las frases de Marcel Aymé →

Explorar Frases

Una canción es cualquier cosa que puede caminar por sí misma.

Debes ser un tipo duro antes de ser su amigo.

La mujer debe confesar una falta y ocultar un mérito, porque en los hombres hay más indulgencia que justicia.

Fernán Caballero

El amor, en sí tan gustoso, gusta más por las maneras en que se muestra que por sí mismo.

François de La Rochefoucauld

Cuando me dijeron que tenía que dar beso con lengua a Kate Winslet, dije: ¡Acepto el papel!

La vejez tiene sus ventajas no menos que la juventud, aunque vienen con otro atavío; de la misma manera que cuando la luz del crepúsculo se desvanece, el cielo se cubre de estrellas, invisibles durante el día.

Henry Wadsworth Longfellow

Hay esencialmente dos cosas que te harán sabio - los libros que lees y la gente que conoces.

Denme la libertad para saber, pensar, creer y actuar libremente de acuerdo con la conciencia, sobre todas las demás libertades.

No sé si sera la publicidad a UNICEF, pero a mi me daría vergüenza ganar una Champions como la que han ganado ellos.

La novela es un género dialógico, como lo escribió Mijail Bajtine. En otras palabras, establece un diálogo con los géneros anteriores, como los escritos de los trovadores o la cultura del carnaval.

Si el rock es ilegal metan mi trasero a la cárcel.

Aceptar las reivindicaciones de la oposición era liquidar Octubre.

Un placer sin riesgos nos complace menos.

No te empeñes en ser moderno. Por desgracia, hagas lo que hagas, es la única cosa que no podrás evitar ser.

La vida no tiene valor donde falta la libertad.

Theodor Körner

Explorar Autores

Paco León Fernando Benítez Auguste Perret Ana Belén Thorstein Veblen John Malkovich David Held Alexandru Vlahuta Artur Balder Edgar Allan Poe