Frase de Richard Feynman

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Para aquellos que no conocen las matemáticas, es difícil sentir la belleza, la profunda belleza de la naturaleza... Si quieres apren... - Richard Feynman

Para aquellos que no conocen las matemáticas, es difícil sentir la belleza, la profunda belleza de la naturaleza... Si quieres aprender sobre la naturaleza, apreciar la naturaleza, es necesario aprender el lenguaje en el que habla.

Richard Feynman

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Si a los cultos estuviera confiado dar el aliento a los idiomas, todavía estaríamos hablando en latín.

Alfonso Reyes Ochoa

En materia de negocios, nada hay efectivo mientras no estén terminados.

Charles Maurice de Talleyrand

Si es amor, cruzará huracanes y tormentas.

Fito Páez

Pensar mal para dispensarnos de hacer bien es el pesimismo de los espíritus mezquinos. Pensar mal y hacer bien es pesimismo de gran señor.

Jacinto Benavente

La única defensa contra el mundo es un conocimiento perfecto de él.

John Locke

Los políticos tenemos que vivir como vive la mayoría y no como vive la minoría.

José Mujica

Ninguna cosa hay tan difícil como el arte de hacer agradable un buen consejo.

Joseph Addison

La poesía es solamente la prueba de que hay vida. Si tu vida se está quemando bien, la poesía no es más que la ceniza.

Leonard Cohen

El mayor fiscal de mis obras soy yo.

Luis de Góngora

El sentimiento de compasión está en la base del amor al prójimo. El sentimiento de vergüenza y desagrado está en la base de la rectitud. El sentimiento de gratitud y modestia está en la base de la corrección y los sentimientos de aprobación y desaprobación están en la base de la sabiduría.

Mencio

Si oyes una mentira constantemente, empiezas a creerla.

Michael Jackson

Es la tolerancia fuente de paz y la intolerancia fuente de desorden y pelea.

Pierre Bayle

Una democracia no es en realidad más que una aristocracia de oradores, interrumpida a veces por la monarquía temporal de un orador.

Thomas Hobbes

La mujer es algo mientras que el hombre no es nada.

Tucídides

A través de la mujer penetra el diablo en el corazón de los jóvenes.

Umberto Eco