Frase de William Shakespeare

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Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante, pero usar de ella como un gigante es propio de un tirano.... - William Shakespeare

Excelente cosa es tener la fuerza de un gigante, pero usar de ella como un gigante es propio de un tirano.

William Shakespeare

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Explorar Frases

El amor sólo se da entre personas virtuosas.

Aristóteles

Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza.

Epicteto

El dinero, que a veces es producto del trabajo y otras no, creó nuevas jerarquías.

Fernando Savater

Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.

Francisco de Quevedo

La Biblia se vuelve más y más bella en la medida en que uno la comprende.

Goethe

En ocasiones la música tiene el poder de revivir los recuerdos con tal intensidad que a uno hasta le duele el corazón.

Haruki Murakami

Fue una temporada extraña, llena de nerviosismo, un verdadero caos en el que sentimientos opuestos, pensamientos, sospechas, esperanzas, alegrías y sufrimientos se arremolinaban en un torbellino.

Iván Turguénev

¡Que te pego, leche! ¡Yo te pego!

José María Ruiz-Mateos

Cuando investigo y descubro que la fuerza de los cielos y los planetas está dentro de nosotros mismos, entonces sinceramente siento estar viviendo entre los dioses.

Leon Battista Alberti

A los pocos meses de reinar los Borbones, os han convencido de que no han olvidado nada y que no han aprendido nada.

Marlene Dietrich

La única diferencia entre los santos y los pecadores es que los santos tuvieron su pasado, y los pecadores tienen su futuro.

Oscar Wilde

Cualquier hombre puede llegar a ser feliz con una mujer, con tal de que no la ame.

Oscar Wilde

Me gustan más los ensueños del futuro que las historias del pasado.

Thomas Jefferson

La mejor educación del mundo es la conseguida luchando por la vida.

Wendell Phillips

La mente humana es extraña, y aún repleta de aspectos opuestos y constractados, por sí misma tiende siempre al orden. Si no existiera ese deseo de orden, no podríamos hablar ni de conflictos ni de neurosis.

Yukio Mishima